26 noviembre 2007

Mírate hoy en el espejo (II parte)

“Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu” (2 Corintios 3: 18).

Un espejo no es más que un reflector...

...Cuanto más tiempo pases en la Presencia de Dios, y con su Palabra, más reflejarás a tu Padre celestial.
Ahora bien, este cambio no se produce de un día para otro, por leer un versículo por aquí y otro por allá, ni seleccionando la parte que más te guste de un pasaje.

Al contrario, necesitamos meternos de lleno en las Escrituras hasta que el Espíritu Santo se conecte a tu espíritu y produzca la naturaleza y el carácter de Cristo en ti.

Si alguna vez has dejado los platos sucios en el fregadero hasta que se ha resecado la comida, sabrás que luego deben de permanecer en agua y jabón para que, cuando los laves, toda la suciedad desaparezca... Así nosotros hemos de “empapar” la mente con la Palabra de Dios hasta que toda la “suciedad” que Santiago llamó “...toda inmundicia y abundancia de malicia...” (Santiago 1: 21) se disuelva.
¡Y no se trata sólo de pecados grotescos sino también de actitudes endurecidas que nos impiden crecer en gracia!

Nuestra nueva naturaleza ha sido “programada” para querer obedecer al Señor, así como una calculadora es programada para hacer cálculos... Todo lo que tienes que hacer es introducir en la calculadora la información apropiada para obtener la respuesta correcta.

Así también tu nueva naturaleza fue instaurada en tu conversión a Cristo para ocasionarte la reacción o respuesta apropiada, pero sólo cuando “la alimentes” con la Palabra de Dios.

Es por eso que el enemigo hará todo lo posible para que no pases tiempo leyendo y escudriñando la Palabra del Señor...

...IcthuHerman@ ¡No se lo permitas!

DIOS, MI PRÓJIMO Y YO.

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